Encontré esta receta siguiendo el blog de Delicias y tentaciones que en su publicación de 05 de febrero nos enseñaba a elaborar una atractiva Mermelada de naranjas amargas. Puesto que a mi padre siempre le han gustado este tipo de mermelada y la elaboración parecía muy fácil, no me costo nada animarme y casi sin darme cuenta ya estaba manos a la obra. Que deciros sino lo fácil de esta receta y solo tenéis que tener en cuenta que tiene un proceso largo de elaboración, por lo que hay que tener paciencia. Pero la recompensa final se lo vale.
Aunque yo no he seguido exactamente las indicaciones que en la receta original se dan, han salido unos botes estupendos. Lo importante en cocina es poner el sentido común y adaptarte a lo que tu estés cocinando aunque se aparte de las indicaciones que nos hayan dado. Aquí va la receta con los cambios que yo he hecho.
Ingredientes:
1 kg. de naranjas amargas, bien limpias y cortadas a la mitad
1 limón
1 kg. de azúcar blanco granulado
Elaboración:
1 limón
1 kg. de azúcar blanco granulado
Elaboración:
Partir las naranjas y el limón por la mitad. Exprimir el zumo de las naranjas y reservarlo. Recoger la pulpa y las pepitas de naranja que queden en el exprimidor. La pulpa que quede en las mitades de las naranjas yo las he dejado.
En un trozo de tejido delgado (yo lo hice con unas gasas), colocar la pulpa y las pepitas que hayamos recogido del exprimidor así como la piel del limón y atar con un cordel formando un saquito.
Con las pieles de las naranjas la hacemos en juliana. Lo importante de este proceso es hacer los cortes regulares, de manera que el resultado final sea uniforme. Esto tiene influencia en el tiempo de cocción que tenemos que dar a las pieles.
En una cacerola grande, (preferiblemente de diámetro ancho ya que esto ayudará a la evaporación del líquido), poner el zumo de las naranjas, el limón y el saquito que contiene la pulpa. Añadir 1,5 litros de agua mineral (no pongáis del grifo, ya que puede alterar el sabor de vuestra mermelada) y dejar reposar toda la noche.
Al día siguiente, poner a hervir la cacerola (sin tapa) con todo este contenido y dejar hervir al menos 1 hora a fuego suave, hasta que las pieles de la naranja estén tiernas. Con este proceso la cantidad de líquido se habrá reducido como mínimo un tercio de la cantidad inicial. Llegados a este punto, apagar el fuego y cuanto esté templado coger el saquito con la pulpa y escurrir al máximo el contenido en el interior de la cacerola.
Añadir el azúcar al interior de la cacerola y remover hasta que se haya disuelto completamente. Colocar de nuevo en el fuego para que vuelva a hervir lentamente. Remover de vez en cuando.
Transcurridos unos 10 minutos, poner una pequeña cantidad de mermelada sobre una superficie fría (p.e. plato refrigerado en el congelador) y con cuidado de no quemarnos, tocamos la mermelada para comprobar si ya tiene una textura pegajosa. Si no dejamos hervís 10 min. más y repetimos el proceso. También podéis guiaros por la apariencia, pero recordar que cuando la mermelada se enfría adquiere una consistencia más sólida.
Una vez alcancéis la textura deseada, verter en botes de cristal y a disfrutar!!!
En un trozo de tejido delgado (yo lo hice con unas gasas), colocar la pulpa y las pepitas que hayamos recogido del exprimidor así como la piel del limón y atar con un cordel formando un saquito.
Con las pieles de las naranjas la hacemos en juliana. Lo importante de este proceso es hacer los cortes regulares, de manera que el resultado final sea uniforme. Esto tiene influencia en el tiempo de cocción que tenemos que dar a las pieles.
En una cacerola grande, (preferiblemente de diámetro ancho ya que esto ayudará a la evaporación del líquido), poner el zumo de las naranjas, el limón y el saquito que contiene la pulpa. Añadir 1,5 litros de agua mineral (no pongáis del grifo, ya que puede alterar el sabor de vuestra mermelada) y dejar reposar toda la noche.
Al día siguiente, poner a hervir la cacerola (sin tapa) con todo este contenido y dejar hervir al menos 1 hora a fuego suave, hasta que las pieles de la naranja estén tiernas. Con este proceso la cantidad de líquido se habrá reducido como mínimo un tercio de la cantidad inicial. Llegados a este punto, apagar el fuego y cuanto esté templado coger el saquito con la pulpa y escurrir al máximo el contenido en el interior de la cacerola.
Añadir el azúcar al interior de la cacerola y remover hasta que se haya disuelto completamente. Colocar de nuevo en el fuego para que vuelva a hervir lentamente. Remover de vez en cuando.
Transcurridos unos 10 minutos, poner una pequeña cantidad de mermelada sobre una superficie fría (p.e. plato refrigerado en el congelador) y con cuidado de no quemarnos, tocamos la mermelada para comprobar si ya tiene una textura pegajosa. Si no dejamos hervís 10 min. más y repetimos el proceso. También podéis guiaros por la apariencia, pero recordar que cuando la mermelada se enfría adquiere una consistencia más sólida.
Una vez alcancéis la textura deseada, verter en botes de cristal y a disfrutar!!!
Laura
No hay comentarios:
Publicar un comentario